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4 Lecciones que llevo de Bali

Fueron tres semanas de estar en la llamada isla de los Dioses, un espacio que dediqué a conectar conmigo misma, a ampliar la visión de la vida y a sintonizar con el valor de lo sagrado en cada instante de la vida.

Era la primera vez que viajaba totalmente “sola” literalmente al otro lado del mundo y no conocía a nadie en este lugar. Había estado antes dos veces en la India y otros lugares del mundo pero a estos destinos había viajado con más personas. Al principio me daba un poco de temor de que pudiera pasarme algo y no saber exactamente con qué me iba a encontrar. Así que allí está una de las valiosas lecciones que pude aprender: CONFIANZA.

Antes de aterrizar en la isla coloqué la intención de que este viaje fuera para la expansión de mi Ser, para soltar lo que fuera necesario liberar y para conectarme mucho más con mi Ser espiritual, con mi Esencia Divina. Así mismo, pedí a la sabiduría de la vida que colocara las personas perfectas en mi camino para mi aprendizaje y crecimiento.

Lección número 1: Estamos siempre protegidos. Fue esencial fortalecer la certeza de la protección divina que está presente en cada momento. Además de tener en cuenta las recomendaciones que me dieron personas que ya habían viajado allí, pude sentir esta fuerza espiritual que nos cuida permanentemente, pero que es necesario invocarla para que se manifieste con mayor fuerza y claridad. Para mi ha sido importante sanar las memorias de peligro e inseguridad que han estado presentes en la situación social de mi país Colombia. En mi familia ha habido situaciones de violencia que le ha costado la vida a seres cercanos. Esto generó en mi algunos miedos y desconfianza de que algo malo me pudiera pasar a mi o a alguien de mi familia.

Ahora siento con más claridad que la vida es demasiado corta como para vivirla con miedos y limitaciones. Cada vez que un temor aparece se que puedo pedir a la fortaleza Divina que me ayude a confiar y traer más amor a mi conciencia. Además, en este universo todo es energía que vibra a diferentes frecuencias. El miedo, la culpa, la rabia, la alegría, el amor, cada emoción tiene una vibración y desde allí se conecta con experiencias y personas que resuenan en la misma vibración. Por esto, mi intención es no darle fuerza a la vibración del miedo con más pensamientos igualmente atemorizantes. Mi intención es traer más conciencia, claridad y luz a cada pensamiento y emoción.

Lección número dos: La soledad es una ilusión: Viajar sola a este lugar del mundo me permitió conectarme más a fondo con la confianza en la vida, en la protección divina y en los demás. Además, realmente sentí que la soledad es sólo una idea en la mente, pues me sentí siempre acompañada por esa luz y fuerza infinitamente amorosa.

En ocasiones, en la soledad te encuentras más a ti mismo y logras conectarte más profundamente con tu propio Ser, lo cual permite que al momento de conectar con otras personas lo hagas desde un lugar más real y profundo.

Podemos estar rodeados de muchas personas y sentirnos solos y vacíos. Si esto ocurre, es un llamado a reconectarnos con nosotros mismos, con nuestros sueños, con el amor por el ser que somos. Sólo desde allí podemos construir relaciones verdaderas porque no estamos demandando a los demás que llenen nuestras carencias emocionales, sino que podemos relacionarnos desde un lugar de más amor y claridad.

Cuando nos desconectamos de nosotros mismos, automáticamente nos desconectamos de los demás, ya que entramos en un ciclo repetitivo de exigencias y expectativas que nunca terminan siendo lo suficientemente buenas; o por el contrario, permitimos relaciones de poca calidad, malos tratos y una vida anestesiada (no se siente ni bien , ni mal, ni nada).

En este viaje conocí varias personas muy valiosas, especialmente mujeres valientes y decididas. Una de ellas, se había divorciado hacía dos años, acababa de renunciar a un trabajo que no amaba y se sentía agotada de cuidar de su madre, su abuela y otras personas de su familia en Inglaterra. Había decidido darse un tiempo para reconectarse con ella misma. Lo más valioso fue el gran aprendizaje que sacó de su tiempo en Bali y fue que el viaje más importante que necesitaba realizar era a su propio interior. Estaba tan enfocada en cuidar a los demás que se había olvidado de ella misma. Su reto era regresar a Inglaterra y mantener el equilibrio entre amar y amarse, entre dar y darse. No significa no cuidar de su familia, sino hacerlo desde un lugar donde también atendiera sus propias necesidades.

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Lección número tres: Transformar es liberar. Como te conté al llegar a Bali coloqué la intención de liberar, expandir, crecer y cuando pides el universo te contesta. Para esto hay que saber que algunas cosas se mueven y a veces pueden ser incómodas y dolorosas para el ego, pero necesarias para el crecimiento. La espiritualidad no significa ausencia de dificultades o que todo va a ser color de rosa, la espiritualidad también es transformación y especialmente transmutación, es decir, llevar los miedos, la rabia, el dolor a una visión más luminosa. Para esto hay que sentir y atravesar estas emociones.

El cuerpo va acumulando las emociones reprimidas y muchas veces se manifiestan en enfermedad. Allí es donde es esencial expresar el dolor, la rabia, los miedos ya sea llorando, escribiendo, hablando con alguien de confianza o en tu meditación.

Una de las intenciones que coloco al realizar mi meditación cada mañana es poder pensar como la sabiduría Divina piensa y para eso pido que me muestre los lugares de mi mente consciente e inconsciente (que es la que rige principalmente nuestras decisiones) donde guardo oscuridad, miedos y memorias por sanar.

Cuanta más luz traes a tu vida, más puedes reconocer tu oscuridad. Imagina que enciendes una vela en un cuarto oscuro y comienzas a darte cuenta de el desorden que había allí. El camino de la iluminación se podría decir que es un sendero de conciencia, de honestidad, de apertura para reconocer nuestra grandeza y también para ser más conscientes de los juicios, resentimientos, heridas emocionales, culpas, apegos que no siempre es sencillo reconocer, pero al hacerlo podemos avanzar hacia una nueva visión.

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Lección número cuatro: La vida es una ofrenda. He estado varias veces en Oriente aprendiendo sus prácticas espirituales para la paz interior y la conexión con una dimensión más amplia de la vida. He comprendido que detrás de todas las formas que adoptan sus Dioses, existe una misma fuente, una misma dimensión de infinito Amor y poder creador. Tanto en Oriente como en Occidente hay varias maneras de conectarse con esta dimensión espiritual: Ganesha, Krishna, Vishnu, Lakshmi, Jesús, Buda, Saraswati, entre muchos otros. Podría contar en el hinduismo más de mil nombres para Dios.

El mundo se ha divido mucho por creencias religiosas pero este lugar me reafirma que hay muchas formas pero una misma Esencia y cada quien se conecta con la forma que más resuena su corazón. El Bhakti yoga, es la rama del yoga que se enfoca en la devoción, es decir, en agradecer, en abrir el corazón con entrega al Dios de la creación o al Amor universal.

En Bali todos los días las familias realizan una ofrenda que puede tener flores, hojas de coco, granos, entre otras cosas y cada casa tiene su altar dedicado a la Divinidad. De una a tres veces al día toman un espacio de su tiempo para entregar con profunda humildad y devoción esta ofrenda. Allí recuerdan el carácter sagrado de la vida y su intención de ofrendar su vida a que sea guiada por la Divinidad.

Reafirmo el valor de dedicar todos los días un espacio para meditar, orar, agradecer y vivir cada día como un acto sagrado y honrar a cada ser que acompaña mi camino por existir y por ser parte de la misma Divinidad que vive en ti, en mi y en todos.

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