¿Cómo diferenciar la voz del ego a la voz del amor? La voz del ego nos trae miedo, nos contrae y nos limita. La voz del amor nos trae paz, nos expande y brinda nuevas posibilidades. La voz del amor es la voz del corazón y del alma. Es el llamado de nuestro Ser para sanar, avanzar, confiar y sentir la guía para avanzar en el camino.
Lo que nos distrae de escuchar la intuición es tener tanto diálogo interno y darle tanta mente a las situaciones tratando de controlar o de entender cada paso o cada decisión que vamos a tomar. El análisis es bueno, pero no hasta el punto que nos paraliza y nos llena de razones para sentir miedo, preocupación y en darle más fuerza a la idea de la dificultad que de la posibilidad. También, nos distrae de la intuición el actuar impulsivamente, sin detenernos a sentir y escuchar la guía interna.
A nuestra disposición contamos con la sabiduría del cuerpo, con la inspiración de la mente y con la inteligencia del alma o del campo mayor donde se ve todo con más claridad. Escuchar la sabiduría del cuerpo es estar atentos a sus sensaciones, reacciones o tensiones frente a diversas situaciones o personas. El cuerpo muchas veces nos da señales de que algo no es apropiado para nosotros. Tal vez sea una sensación de vacío en el estómago, una fuerte tensión muscular, dificultad para respirar de manera profunda o a través de síntomas físicos, que nos están enviando un mensaje para realizar cambios en los hábitos, sanar heridas del pasado, liberar estrés o tomar una nueva dirección en nuestra vida.
La inspiración de la mente surge cuando damos espacio para ir más allá de los miles de pensamientos que tenemos cada día. Cuando accedemos a la mente de la no mente, es decir, más allá de la razón. Esto lo cultivamos cuando dedicamos un espacio entre 15 a 30 minutos para meditar, para enfocarnos en el momento presente, en respirar de manera profunda y consciente y en serenarnos. Puedes centrar tu atención en una palabra como Yo soy amor, Yo soy paz, Yo soy sabiduría o simplemente Yo soy. También el contacto con la naturaleza nos permite entrar en más armonía con la sabiduría de la vida manifestada en la madre tierra.
Accedemos a la Inteligencia del Alma cuando cambiamos el enfoque de nuestras preguntas y comenzamos a ampliar nuestra visión. Por ejemplo, pasamos de ¿Por qué a mi me sucede esto? a decir ¿Para qué a mí me sucede esto? ¿Qué puedo aprender?. Pasamos de enfocarnos en encontrar culpables a reconocer lo que la vida nos está invitando a sanar y a transformar con las experiencia que llegan a nosotros. La inteligencia del Alma llega cuando dejamos a un lado la necesidad de controlar y practicamos la entrega. A mi me gusta decir: “Divinidad coloco esta situación en tus manos. No sé qué es lo que más me conviene. Muéstrame qué hacer, a dónde ir, qué decir y a quienes. Se tú quien guíe el camino porque tengo la certeza de que tu dirección me trae paz“. Podemos avanzar fluyendo y estando atentos a las señales.
Un ejercicio que me gusta realizar para conectar con mi intuición es el siguiente:
- Pongo la intención de encontrar más claridad sobre la situación en la que quiero tener más claridad.
- Medito de 15 a 20 minutos. Si quieres conocer más sobre la meditación puedes registrarte gratuitamente en la comunidad de meditación de escuela de vida haciendo clic aquí.
- Escribo las siguientes preguntas ¿Qué haría la Inteligencia Divina en esta situación?, ¿Qué pensaría, sentiría y haría el amor y no el miedo? Escribo lo primero que llegue a mi sin tratar de controlar la respuesta. Suelta y permite que la inspiración llegue a tí. Tal vez te lleguen palabras, una imagen o un símbolo. Si no te llega nada, sigue practicándolo y verás que se dá el momento en donde todo va fluyendo más.
- Agradezco por ese espacio de conexión con mi Ser interior.
Repetimos o evolucionamos. Tendemos a actuar desde la programación pasada, trayendo el pasado al presente y creando el mismo futuro. La inspiración viene de la alineación de nuestro cuerpo, mente y alma y no está determinada por el tiempo lineal. La inspiración viene de la apertura a una Inteligencia Mayor a una Sabiduría Divina que está siempre presente.
